Era el siglo IV. Alejandría traspasaba un momento
muy conflictivo, al igual que Roma, debido a que el cristianismo había
adquirido mucho poder después que el Imperio Romano la adoptara. La pugna de intereses y una violenta oposición entre
el gobernador Orestes –defensor del imperio greco-romano-y el poderoso obispo Cyril, había tensado los
ánimos del pueblo egipcio.
Era una época de grandes controversias y disputas, y
alrededor del 370 de nuestra era, vino al mundo Hipatia de Alejandría.
Su padre Teón era un célebre matemático y astrónomo,
muy querido por sus contemporáneos y según se cree pudo ser el último director
de Sarapeo (sucesora de la
Gran Biblioteca quemada) Este sabio padre no sólo se dedicó a
la ciencia y a sus discípulos, también participó a la propia hija de sus
conocimientos, algo verdaderamente insólito para la época, y permitió que
desarrollara sus dotes excepcionales.
Hipatia –cuyo nombre significa “la más grande” – creció
en un ambiente académico y culto y aprendió desde muy pequeña, matemáticas y
astronomía bajo la guía de su padre, llegando a superarlo según los
historiadores. Se cree que lo ayudó a producir una nueva versión de los
“Elementos de Euclides” y las once partes del comentario al Almagesto de
Ptolomeo. Por su parte ella escribió los comentarios sobre la Arithmética de
Diofanto, documentos como “"Sobre el
Conon Astronómico de Diofanto" (convertido en texto de consulta obligatoria
para los astrónomos de su época), las Cónicas 2 de Apolonio y sobre los
trabajos astronómicos de Ptolomeo. Aunque de su obra se conoce sólo una pequeña
parte, el álgebra y la trigonometría desarrollados por ella fueron de tal
nivel, que tardaría siglos superarlos. También aseguran que fue Hipatia quien construyó
instrumentos científicos como el astrolabio y el hidroscopio.
Esta joven, cuya belleza excepcional y talento,
comenzaban a ser legendarios, emprendió un viaje de estudios por Italia y en Atenas, siguió los cursos de la Escuela Filosófica
dirigida por Temistius, Plutarco el Joven y por su hija Asclepigenia.
A su regreso, en Alejandría se dedicó a enseñar
Matemáticas, Astronomía, Filosofía y Mecánica a personas de todas las
religiones, y estaba bien considerada tanto entre la comunidad cristiana como
en las otras. Ocupó la cátedra de Filosofía de Plotino y adquirió el
sobrenombre de “La Filósofa ”.
Estudiantes de todas partes de Europa, Asia y África venían a escuchar sus
enseñanzas, dictadas con una calidez y énfasis muy inusual en los profesores, y su casa se convirtió en un centro intelectual.
Entre sus alumnos se contaban Silesio de Cirene, obispo de Ptolemaida, Hesiquio
el Hebreo y el mismo Orestes, prefecto romano.
La muy hermosa erudita nunca se casó, y esto en su
época era vituperable. También era pagana, en aquella ciudad que se iba
haciendo cada vez más cristiana.
Era el 412 cuando el ortodoxo obispo Ciryl fue
nombrado patriarca de Alejandría (título casi equivalente al de Papa, que se
usaba en Alejandría, Constantinopla y Jerusalén) y este católico no estaba
dispuesto a consentir ninguna clase de paganismo ni herejías.
Se dice que el hombre temía y admiraba a Hipatia a
la vez, pero “no le era posible comprender ni tampoco consentir que una mujer
se dedicase a la ciencia y menos aún a esa clase de ciencia que difícilmente podían
comprender las personas que no eran eruditas en el tema.”. Y en consecuencia,
creó un clima de odio y fanatismo hacia ella, acusándola de hechicera y bruja pagana.
Hipatia se negó a convertirse al cristianismo para
salvar su vida, a pesar del miedo y los consejos de sus amigos, porque
implicaba rechazar todo el conocimiento que había adquirido. Y en la cuaresma,
en marzo del 415, fue asesinada.
Un grupo de cristianos exaltados la encontraron en
el centro de Alejandría, cuando ella se dirigía a su trabajo; la golpearon, la
desnudaron completamente y continuaron torturándola cortando su piel y cuerpo
con caracolas afiladas hasta que murió. Luego descuartizaron su cuerpo y lo
quemaron. Los asesinos estaban satisfechos de su santa labor: el cristianismo
estaba a salvo.
El hirsuto patriarca Ciryl debió respirar con alivio.
La Bruja Hipatia
había muerto y con ella también morían Platón, Plotino, Porfirio, el
pensamiento matemático griego y el interés por las ciencias.
Los responsables de la muerte no fueron castigados. La Biblioteca , el Museo y
otras instituciones y templos de la cultura “pagana” fueron quemados, poco
tiempo después.
Con la muerte de la peligrosa bruja, se terminó
también la enseñanza del pensamiento de Platón, no sólo en Alejandría sino en
el resto del Imperio. La
Historia entró en el oscurantismo.
Y Ciryl fue canonizado y proclamado santo.