Isadora Duncan
(1877-1927)
Danzaba descalza, con una simple túnica griega de seda transparente sobre su cuerpo desnudo y el largo cabello suelto. “La ninfa” estaba convencida de que no era su cuerpo el que bailaba, sino su esencia, su propia alma.
Isadora Duncan fue un ser libertario que no sucumbió jamás a los formalismos ni se dejó encasillar. Revolucionaria y autodidacta, pudo ser pianista, poeta o pintora pero juntó todos sus dones y creó la danza moderna.
Su vida personal fue tan poco convencional como la expresión de su arte. Dio a luz dos niños fuera del matrimonio, se casó con un ruso 17 años menor y tuvo numerosos amantes de ambos sexos. Apasionada, bellísima y maravillosa, Isadora ejercía una seducción irresistible entre los amigos pintores, poetas e intelectuales de principios del siglo XX.
Un 14 de setiembre de 1927 Isadora Duncan subió al Bugatti conducido por un apolíneo joven italiano y se despidió de sus amigos diciendo “Je vais à l'amour" (“Me voy al amor”).
El automóvil iba a toda velocidad cuando la estola de seda que cubría el cuello de la mujer, se enredó en la rueda trasera del automóvil. Ella no pudo liberarse del abrazo homicida y murió estrangulada.
La Ninfa a los cincuenta años, abandonaba este mundo para seguir danzando en la morada de los dioses.
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