Jean-Baptiste
Poquelin, más conocido como Molière, escribió la primera de sus grandes
comedias “Les précieuses ridicules” (1659)
con dureza y una ironía demoledora. Si
bien conquistó el éxito y el voluble favor de Luis XIV, el padre de
Hacia
1650 la muy coqueta y literata Madeleine de Scudéry (1) lanzó la moda del
“preciosismo” y situó a la mujer como protagonista de su tiempo. Las chicas de
la sociedad barroca se reunían en salones (cabinet, réduit, ruelle, alcôve)
para educarse, refinar el gusto y producir literatura destinada a consagrar una
única heroína:
Con esa afectación que les criticara Molière pero también con su propia y rígida disciplina, las preciosas aconsejaban “actuar siempre siguiendo la razón que debía prevalecer sobre el corazón y dominar las pasiones”. Para ellas el amor era concebido como una recompensa que la mujer concedía al hombre sólo después de mucha paciencia, dones y cortejos en la mejor tradición neocaballeresca.
Pero no todo eran “reglas” aut delectare aut prodesse est(2) de
comportamiento social, juegos amorosos,
atildamientos y remilgos, estas mujeres se atrevieron a “alterar el orden
social”. Algo sueltas de las ligaduras tradicionales, algunas preciosas propusieron
el divorcio, otras un régimen de matrimonio de prueba renovable por contrato
anual consensual, otras un matrimonio limitado al nacimiento del primer hijo y
hubo quienes predicaron incluso el amor libre. Algunas de estas chicas
resultaron ser maltusianas “ante litteram” y recomendaron la limitación
voluntaria de los nacimientos. Las preciosas también justificaban la traición
conyugal como derecho a la venganza contra los matrimonios infelices;
expresaron desprecio por la cocina y las tareas domésticas (que las encarcelaba
en una jaula y las aislaba de demasiados aspectos de la vida) rechazaron el
amor físico como crítica a una vida conyugal junto a maridos no elegidos y a
menudo brutales…ellas exigían la cultura aburridas de la ignorancia, del
convento o de la segregación conyugal.
Gracias
a estas “provocaciones” muchas mujeres –o al menos una élite- conquistaron el
derecho de ciudadanía en la sociedad mundana, en la vida intelectual y fueron
durante un tiempo personalidades de la vida literaria, soberanas en los salones
y diosas aduladas por los galanes.
Uno de
los indiscutibles triunfos de las preciosas, y gran ganador de este movimiento
fue el lenguaje. Estas mujeres purificaron, refinaron la manera de expresarse
para distinguirla del lenguaje masculino (considerado vulgar y de opresores) y
tan aplicadas fueron que inspiraron la compilación del Diccionario de
Vacilando
entre el significado positivo y el peyorativo, que las reduce al refinamiento
amanerado, las preciosas (y preciosos) realizaron su aporte a la cultura hasta
finales del siglo XVII.
Vanitas vanitatum et omnia vanitas?
....Non semper ea sunt quae
videntur, Molière, non semper!
(Vanidad
de vanidades, todo es vanidad.
No
siempre las cosas son como se ven, Moliere!)
(1) Mlle. Madeleine de Scudéry fue
conocida como
(2) Frase del poeta clásico Horacio
“para agradar y educar”
Fuentes:
Le
Filosofe. Le donne protagoniste nella storia del pensiero. Giulio De Martino,
Marina Bruzzese.
Wikipedia
(enlaces en el texto)
Imágenes:
Internet