Ni siquiera las esplendorosas, Heidi Klum, Tyra Banks, Adriana Lima ó Kate Moss soñarían con 5 siglos de vigencia y mucho menos con inspirar leyendas, canciones o poemas.
Lo cierto es que una antepasada de estas famosas mannequins, Simonetta Cattaneo, seguramente sin proponérselo, se convirtió en una modelo para la historia por la gracia, genio y pincel de Sandro Botticelli.
Cuando la genovesa Simonetta, de quince años, entró por las puertas de Florencia, la gran Ciudad se iluminó en su presencia. Jamás se había visto semejante belleza.
A finales del quattrocento gobernaban los Médici, y mientras Lorenzo el Magnífico se ocupaba de llevar las riendas del poder, su hermanito Giuliano hacía todo tipo de piruetas para ganarse el corazón de la mujer más hermosa de la ciudad.
Y aunque la “Bella Simonetta” estaba casada con Marco Vespucci - hermano de Américo- el embelesado pretendiente no se privó de gritar a los cuatro vientos su amor e incluso llegó a colocar el rostro de la joven en una bandera con la leyenda “L´unica e sola” mientras se esforzaba en ganar competencias caballerescas.
Hay quiénes aseguran que finalmente fueron amantes, otros dicen que se trató de un amor cortés, medieval, platónico y casto que inspiraría poemas y canciones… A piacere.
Pero el destino quiso que una noche de abril de 1476, esta Simonetta, “Venus”,“Diosa del Amor”, “Verdad”, “Athena”, “Beatrice”…muriera trágicamente de tuberculosis a la edad de 22 años. Se cuenta que toda Florencia lloró su muerte y el ataúd descubierto –para admirar su belleza por última vez- fue acompañado por miles hacia su entierro, con honores dignos de una reina.
Al parecer, el mismo Botticelli estaba enamorado de Simonetta, pero nunca declaró su amor y sólo lo expresó en sus numerosas pinturas profanas y sagradas, pero pidió ser enterrado a los pies de ella.
Hoy la famosa galería de los Ufizzi aparece como un santuario dedicado a esta mujer, una modelo, para la historia.
"Su cutis era extremadamente claro, pero no pálido; rosado, pero no rojo. Su porte era serio, sin ser severo; dulce y placentero, sin asomo de coquetería o vulgaridad. Sus ojos vivos, no manifestaban arrogancia ni soberbia. Su cuerpo era finamente proporcionado, y entre las demás mujeres aparecía de superior dignidad y, no obstante, libre de toda clase de formalidad o afectación. Paseando, bailando o en cualquier otro ejercicio que revela toda persona, se movía con elegancia y propiedad. Sus sentimientos eran siempre justos y sorprendentes, tal y como he tratado de revelar con mis sonetos. Siempre hablaba cuando era conveniente y dando opinión tan acertada, que no se podía añadir o quitar a lo que iba diciendo. Su comprensión era superior a la que pide su sexo, pero sin aparentar darse cuenta de ello y sin caer en el error, tan común entre las mujeres, que cuando sobrepasan el nivel se hacen insoportables". Lorenzo El Magnífico (Memorias)
Con gran elocuencia Botticelli coloca en el centro del cuadro a Inocencia, acoquinada bajo el infame gesto de la calumnia. La Envidia la precede, el Engaño y la Hipocresía la acompañan. El Juez Midas presta sus orejas de burro a la Ignorancia y la Sospecha.El Arrepentimiento mira hacia el extremo opuesto, donde está como siempre, la VERDAD (Simonetta), sola y desnuda.
(1445-1510)
Este cuadro ha sido interpretado como uno de los de mayor sentido neo-platónico. El nacimiento de la “Venus Humanitas”, es decir, de la unidad y la armonía.
Simboliza el triunfo del Amor, sobre la Guerra y la Violencia.
(Ella, Simonetta, Él, quizás Giuliano de Médicis, su amante)
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