Audios MUJERES CON HISTORIA

miércoles, 10 de diciembre de 2008

MUJER...A LOS GOLPES: Lola Mora




A fines del siglo XIX, una mujer argentina se abría camino a martillazos limpios y precisos sobre el duro mármol. Y mientras Europa aplaudía su obra, Buenos Aires la vituperaba y escribía ofensivas diatribas contra ella.

Lola Mora, “la tucumanita”, escultora profesional que vivía de su trabajo, amiga de artistas, independiente, radicada en Italia y habitualmente rodeada de hombres, era una suerte de prostituta para el conservadurismo rioplatense. En su tiempo, mujer y escultora eran términos excluyentes.

Se dijo que fue protegida de Bartolomé Mitre,  amante de Julio A. Roca, también que fue bisexual, que se casó con un hombre veinte  años más joven para apagar los rumores sobre su persona y también que después de su muerte, sus sobrinas quemaron las cartas que probaban todo lo anterior. Pero lo indiscutible es que la contestataria “primera escultora argentina”, no se dobló y se dio el lujo de erigir y emplazar la única gran obra que nadie le encargó, la famosa “Fuente de las Nereidas”.


"Lamento que la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear Dios".

 

Esta obra fue considerada “licenciosa” y “libidinosa” por las esculturas que muestran alegremente y sin recatos los cuerpos desnudos emergiendo triunfalmente de las aguas.

Las ligas moralistas no se quedaron cruzadas de brazos: sus ataques abarcaron tanto la obra como esa escultora alocada y presumida, que tenía el tupé de trabajar vestida con pantalones y boina en su taller.(1).



Lola Mora había ganado en Italia los concursos para los monumentos a la reina Victoria en Melbourne (Australia) y para el zar Alejandro I en San Petersburgo (Rusia) pero a ambos los rechazó ante la exigencia de adoptar las ciudadanías británica y rusa, algo inaceptable para esta mujer que amaba su Argentina.

Siguió trabajando en nuevas obras de temas patrióticos y cada vez que podía escapar a la censura oficial, producía las alegorías semidesnudas que acompañan los monumentos de muchos próceres.

Shakespeare dejó escrito que “no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida”.  Lola fue golpeada por desplantes, incomprensión, críticas morales, hostilidad, descalificación por ser mujer y también por la helada indiferencia.  Y devolvió los golpes, uno por uno sobre el mármol y en cada curva sensual de sus obras.

"Cada uno ve en una obra de arte lo que de antemano está en su espíritu; el ángel o el demonio están siempre combatiendo en la mirada del hombre” LM

 

(1) Finalmente lograron llevar el grupo escultórico ubicado inicialmente en lo que hoy es Alem y  Perón, cerca de la Catedral, hasta la Costanera Sur, un paraje marginal en 1918.

 

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