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jueves, 18 de septiembre de 2025

"Soledad y Olvido van de la mano" de Nani Canovaca







Cuando Nani Canovaca emprendió el viaje hacia su pasado, llevaba muy poco en sus alforjas. Algunas fotos, frases incompletas, recuerdos borrosos, sombras de personas queridas que se fundían y separaban, el fuego que había consumido recuerdos, un vasto dolor que doblaba su espalda y poco más.

La travesía de la autora, postergada una y otra vez, comenzó en el momento en que decidió escuchar esa voz profética en su interior. Peregrina y extranjera (1) de ese ayer desconocido, Nani tragó saliva, se arremangó y fue tras las huellas de su madre, la joven Lina, jiennense de Alcalá la Real y de su abuelo, el reconocido maestro de obras Manuel La Morena.

El comienzo de la Guerra Civil en España, el trágico destino de un hombre excepcional, la soledad y el desamparo de Lina, el cambio del mundo y de las personas; tragedias y alegrías, sabores y escenarios exquisitos y otros crueles y horrorosos, fueron mostrándose poco a poco en cada estación de este viaje.

Fueron años de concienzuda investigación entre libros, partidas de nacimiento y defunciones, testimonios de lugareños y parientes hasta entonces desconocidos, la inspiración de Carmen Juan Lovera, custodia de la Biblioteca Pública Municipal y erudita de la Historia de la Vida en España. Una labor que acumuló tanto información como lágrimas, muchas lágrimas.

El resultado fue “Soledad y Olvido van de la mano”. Un libro liberador tanto para la autora como para su propia familia y aquellos que tenemos la fortuna de leerlo. Un alegato contra el olvido que, como decía Borges, “es una de las formas de la memoria, su vago sótano. La otra cara secreta de la moneda”.

Refiere Nani que muchos pasajes de este libro se escribieron ¿solos? Y de un tirón. Como si la mano cálida de un demiurgo se hubiera adueñado del teclado.

Le creo. La “todopoderosa memoria puede exhumar cualquier impresión, por momentánea que haya sido, si le dan el estímulo suficiente” según De Quincey.

Y claro, esta magnífica historia reclamaba las palabras silenciadas por tanto tiempo y la luz que le pertenece por derecho propio.

 


Sí, Lina. Tu pequeña Nani lo hizo y esa sonrisa es inmortal. Un beso hasta el cielo, guapa.




1.       1. La Viajera. Marguerite Yourcenar.






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